Economía venezolana condenada a la quiebra sin dólares para importar

Desde el vidrio trasero del carro de su papá Carlitos ha registrado de cerca la crisis económica del país. Cada fin de semana mientras va al restaurante familiar de la bahía de Patanemo ve de cerca a través de la ventana empañada por el salitre, que el puerto no es lo mismo y lo dice “cada vez hay menos barcos”. No se equivoca. Las matemáticas tampoco lo hacen. Los números no tienen ideología política y el Gobierno venezolano lo sabe, publica El Carabobeño.

Al menos 33 millones de dólares diarios menos de lo estimado están ingresando al país como consecuencia de la caída del precio de petróleo, y ya no es posible sostener la política importadora que destruyó la industria nacional y que en la actualidad está incapacitada para responder en medio de la emergencia financiera.

En 29,6 dólares se cotizó la cesta del crudo venezolano en el mercado internacional durante la última semana. 10,4 menos que lo estipulado en el presupuesto de la nación para 2016 que vende al día unos tres millones de barriles. Aunque significa un repunte de 3,24 en los últimos siete días, el panorama sigue siendo negativo.

Durante 2015 se registraron más de 35 mil millones de dólares en pérdidas por la disminución del precio del petróleo que inició en junio de 2014. La reducción de ingresos se calcula en 72% y la incidencia en la población se traduce directamente en el desabastecimiento como consecuencia de la merma en la importación de materias primas y productos terminados por falta de dólares.

Industrias en números

El informe de Memoria y Cuenta de 2015 del Ministerio de Finanzas detalla que el año pasado cayeron 64% las divisas aprobadas por el Gobierno para importaciones. La cuenta es sencilla de hacer: En 2014 se entregaron 14,41 millardos de dólares para compras en el extranjero, en 2015 la cifra se redujo a 5,1 millardos de dólares, que equivalen a 42,93% de los 11 mil 880 millones que dejará de percibir Venezuela este año por la caída en el precio del petróleo de mantenerse la cesta en 29,6 dólares.

Esa contracción ha sido reiteradamente denunciada por representantes de la industria nacional, quienes han dejado claro que la reducción en la venta de dólares imposibilita la adquisición de materia prima y cada vez son más las líneas de manufactura que se apagan.

Pero eso no es todo. El Gobierno no paga las deudas que tienen con los proveedores internacionales, pese a que en la cuenta del Banco Central de Venezuela (BCV) está el depósito correspondiente en bolívares por los empresarios. Esto ha provocado que muchas líneas de crédito se hayan suspendido. En el informe del Ministerio de Finanzas se confirma que el año pasado no se aprobaron divisas para minimizar esos compromisos de pago.

El promedio de las cotizaciones anuales publicadas por el BCV muestra que entre 2002 y 2012 la cesta local petrolera cifró 60,56 dólares por barril. Las condiciones estaban dadas para comenzar un festín de divisas que se descontroló. El Ejecutivo lució su vocación importadora. En 2003, año del establecimiento del control cambiario, el sector público importó en bienes dos mil 600 millones de dólares, mientras que el sector privado lo hizo con ocho mil 10 millones. Para 2012 las cifras demostraron un ascenso de 791% en el sector público con 23 mil 172 millones invertidos y de

351% para las empresas privadas que contaron con 36 mil 167 millones de dólares.

Fue un incremento que solo pudo frenar la caída de los precios del petróleo, responsables del 97% de los ingresos en moneda estadounidenses que percibe la nación. Fue así como después de tres años Venezuela es un país arrasado. El gasto social de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) ha caído 80%, el país tiene el récord mundial de la inflación con 180,9% en 2015 según el BCV, y sus habitantes sufren una acuciante escasez de toda clase de productos. Todo indica que el rentismo petrolero fracasó.

La realidad del puerto carabobeño, el más grande e importante del país, refleja el nivel de la crisis. Los que trabajan en lugar conocen de cerca la debacle. José Petit, presidente de la Asociación de Pequeños Propietarios y Conductores de Carga de Contenedores y Similares (Asotracontainer), dio sus números: hace año y medio se ocupaba diariamente el 100% de la capacidad de los muelles de descarga con la llegada de entre mil 200 y mil 300 contenedores. Desde julio de 2015 ese número cayó a 400 y este año apenas ingresan 100 o 200 al día.

Esto significa una caída de 92,31% a la que se suma el 80% en disminución de la devolución de contenedores vacíos al pasar de 18 mil al mes a tres mil 600 para el cierre de febrero de este año. Todo esto incide de manera directa en la actividad de los mil 200 transportistas que se mantienen a la caza de mercancía para hacer al menos un viaje a la semana. Solo 200 se mantienen activos de manera constante.

De lo poco que aún llega a Puerto Cabello los buques graneleros lideran la lista. Juan Carlos Ramos, vicepresidente del Frente de Trabajadores Graneleros del municipio, detalló que este tipo de mercancía en Bolivariana de Puertos (Bolipuertos) cuenta con ocho muelles de atraque, de los que en 2014 se mantenían ocupados seis a la semana, pero durante lo que va de 2016 apenas llegan dos o tres cada siete días. La merma en la recepción de estos cargamentos, elementales para diferentes industrias manufactureras de alimentos de la región es de 66,67%.

Cada buque contiene entre 23 y 33 millones de kilos de maíz blanco o amarillo, soya, trigo y sorgo. Pero cada vez llega menos y entre 70% y 80% de las más de tres mil unidades entre gandolas y volteos se mantienen paralizadas por la disminución en las importaciones y la falta de repuestos.

En general el terminal marítimo de Puerto Cabello registró un descenso operativo de acuerdo con su capacidad a mediados de 2014 al pasar de 100% de ocupación a 60%, y en 2015 solo se recibieron barcos en 20% de sus 32 muelles.

Pero hay otros números. El más reciente informe del BCV indica que las exportaciones el año pasado alcanzaron dos mil millones de dólares, que es igual a 80% de disminución en este tipo de ingresos en los últimos 16 años.

Toda esta situación preocupa. Ricardo Colmenares, director de la Cámara de Comercio de Puerto Cabello, alertó que se podrían perder al menos seis mil empleos directos.

Fallas operativas

La crisis es evidente en Bolipuertos desde cualquier punto de vista. Para las labores de desembarque, descarga y carga de mercancía, las herramientas de trabajo son cada vez más insuficientes. En Puerto Cabello, con una extensión de 184 hectáreas imponentes, un complejo de silos con capacidad de 119 mil 550 toneladas, y 32 puestos de atraque para uso comercial con un calado de 10,7 metros, hay 10 básculas instaladas de las que solo una está operativa.

Adicionalmente el 84% de su maquinaria montacarguista está fuera de servicio, solo funcionan ocho de 50, y hay dos romanas de nueve que están averiadas. También hay severos problemas con el registro en el sistema de los conductores de las unidades de transporte. Desaparecen. Y como novedad la Superintendencia Nacional de Gestión Agroalimentaria (Sunagro) está emitiendo en las guías de movilización la información de cada chofer impresa en las planillas, lo que retrasa las labores 24 horas y crea cierta discrecionalidad.

Son fallas que con la mermada actividad portuaria no se sienten, pero están latentes.

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