La nueva ley migratoria presentada el 21 de febrero por la administración de Joe Biden establece que los migrantes que deseen ingresar por frontera sur de Estados Unidos tienen que haber pedido asilo en los países por los que transitaron previamente.
La activista humanitaria Mónica Ramírez indicó a Sputnik que el endurecimiento de estas medidas hace que los migrantes tengan que “enfrentar un sistema que es violento porque tener que hacer todo este proceso, es muy traumático y difícil para las personas”.
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Además de la dificultad burocrática que implica este requisito, los migrantes deben enfrentarse al paso por México, un país con altos índices de violencia y crimen organizado.
De acuerdo con la defensora, los legisladores estadounidenses deben apuntar a políticas públicas que humanicen a los migrantes: “Son humanos, no son instrumentos, no son máquinas. Los representantes son parte del problema y tenemos que decírselo; para mí, tienen sangre en las manos”, sentenció.