La cultura de funerales y velatorios para mascotas en Colombia, donde alrededor de 70 de cada 100 familias viven con animales de compañía, ha experimentado un crecimiento importante durante los últimos años.
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Con pancartas, flores y lápidas personalizadas, cientos de personas se han despedido de sus mascotas en el cementerio Funeravet, ubicado en La Calera, a las afueras de Bogotá.
Los reportajes sobre la empresa Funeravet, que comenzó en 2001 a ofrecer servicios funerarios para perros, gatos, gallinas e incluso cuyos, a partir de la necesidad de ofrecer una despedida digna de un miembro más de la familia, continúan captando la atención de miles de internautas.
Francisco Moreno, veterinario y coordinador de mercadeo de esta empresa, explicó a EFE que “cuando a una persona se le moría un perro o un gato no había una disposición clara; la ley no era clara, entonces las personas lo que hacían era que las llevaban ellas mismas a la clínica y se hacía una disposición de desechos antropomórficos o el propietario se lo llevaba y lo acababa enterrando en la casa o botando a la basura”.
En esta funeraria realizan cerca de 1.300 servicios mensuales de animales. “En este momento estamos atendiendo el mismo número de mascotas que de servicios de humanos”, apuntó la gerente de operaciones de Capillas La Fe, Johana Estrada.
A lo largo de los años, varias agencias se han ido sumando a esta tradición de velatorios, entierros y cremaciones para todo tipo de animales, incluso a hámsters, cuyes y gallinas.